Todo individuo crece queriendo construir y habitar. Desde pequeños experimentamos una necesidad de construir viviendas, casitas, castillos, etc. Mientras más reducidas en espacio eran éstas mejor, nos sentíamos más protegidos. Según Freud la vivienda del hombre es el lugar de la re significación del vientre materno (1930), en donde nosotros como personas sedentarias tenemos la necesidad de habitar para así volver al sentimiento de seguridad inicial. Podemos entender entonces desde el punto de vista perceptual que el individuo se siente seguro en un espacio pequeño conocido, que por conocer. Pues el acto sensorial se reduce a una pequeña gama de percepciones, en donde el espacio, el mobiliario, el colorido es conocido. Es decir, no hay un factor sorpresa, mientras que al recorrer un lugar desconocido el individuo se siente desprotegido, porque hay una mayor cantidad de recurrencia perceptual a lo largo del camino. Esta recurrencia perceptual posee un factor sorpresa que de alguna manera desajusta la comodidad y seguridad de la persona.